lunes, 5 de noviembre de 2018

LA CHANDÍA


Petare, Miranda 



Petare años 60
Vecinas de este municipio, dos humildes hermanas, Carmen y María, caminaban contándose sus penas. Tal vez llenas de angustia, luto, hambre y dolor, venían del cementerio, donde acababan de enterrar a su madre, era la compañera que les quedaba, su única amiga. No se explicaban como se había muerto, no lograban entender el porqué de esa muerte tan repentina.
El sol era inclemente a esa hora, los dos cuerpos sudorosos ni cuenta se dieron que casi llegaban al terminal; a poca distancia se veía la Redoma de Petare, pasaron por entre los carros y autobuses; el olor a humo las sacó del tema que venían abordando. Y como algo automático Carmen le preguntó a su hermana:
- ¿Tienes hambre? ¿Que tal un pollo en la Mina de Oro?.
Le sorprendió la respuesta que escuchó:
- ¡No tengo hambre!, yo lo que tengo es sed, este condenado calor está endiablado.
Carmen, nunca había escuchado a su hermana hablar así. Sin hacer mucho caso, le dijo:
- Yo sí voy a comer aunque sea un cuartico de pollo, y dos hallaquitas.
Entraron al restaurant y se sentaron en las sillas de la mesa ubicada en la esquina, cerca del baño. Inmediatamente se les acercó el mesonero y les ofreció la “carta o menú”. Carmen pidió su orden. Le dijo a su hermana:
- ¿En verdad no vas a comer nada?
María respondió:
- Ya te dije que no.
Cuando llegó el mesonero con la comida, trajo dos cervezas, Carmen le dijo:
- Nosotras no pedimos cervezas...
- Estas se las mandan esos señores de la otra mesa. Dijo, señalando hacia su lado izquierdo.
Levantando su mirada se dieron cuenta que no estaban solas; en esa mesa estaban tomando cuatro jóvenes, haciéndoles un gesto amable con las manos y la cara que denotaban amistad. María tomó la botella y se la empinó. Carmen con la cara de sorpresa, solo atinó a decir:
- Pero si ninguna de las dos tomamos.
María solo respondió:
- ¡Te dije que tenía sed! Y además la vida es una sola, ¿ves? Venimos de enterrar a mi mamá... ya tú sabes la vida es una sola.
- No, María -respondió Carmen- eso no puede ser, no puedes actuar así, con tomar no remedias nada, no vas a revivir a mamá. Además, tú nunca has tomado...
María solo dijo en voz alta, casi gritando:
- ¡¡Ya yo soy mayor de edad…!!
Y sin ningún tipo de reparo alzó el brazo donde tenia la botella del tamaño de un tercio; se la empinó sobre la cara, no hizo ninguna mueca, Carmen se quedó sorprendida al ver aquello. Casi no lo creía. María dirigió la botella en dirección a los hombres que le habían enviado ese brindis, con un gesto de agradecimiento. Al terminar de tomarse hasta el último sorbo, extendió el brazo derecho y tomó con sus delicadas manos la otra botella que quedaba sobre la mesa, que su hermana Carmen no había ni probado, se la llevó directamente a la boca y empezó a tomarla, como si estuviera acostumbrada a ello. Carmen, aprovechó y le dijo: “al menos ten la decencia de pedir un vaso y te la tomas”.
María ni cuenta se había dado que estaba tomando cerveza por primera vez, y en pico de botella.
Uno de los hombres, de la mesa de la cual la habían brindado, se acercó y dijo:
- ¿Tenías sed? Mucho gusto, me llaman José, me dicen el Andin.”
Carmen, con voz seria, dijo:
- Estamos bien señor, muchas gracias, pero si no le importa ya vamos a comer -dijo aprovechando que ya llegaba el mesonero con la bandeja llena de hallaquitas y pollo en brasa que habían pedido.
María solo dijo:
- Déjalo tranquilo -y se dirigió al señor que acababa de conocer. Si gusta puede quedarse a compartir con nosotras.
Carmen se sorprendió de aquella actitud de su hermana, si ella jamás había sido así, ¿qué le estará pasando por esa cabeza?
José sacó la silla un poco y se sentó, no sin antes pedirle al mesonero tres tercios de cerveza más. Carmen alzando una vez más la voz dijo: “no señor, no traiga nada, solo la del señor”; María dijo: “a mi si me trae una, y un vaso,..” mientras acababa el contenido de la botella que tenía entre las manos.
La música empezó a sonar, con la llegada de un joven a quien llamaban el Catire. Quien en forma alegre tarareaba la canción de la Sonora Matancera: El Negrito del Batey, a la vez que levantaba los brazos, acompañando la música y el baile que ejecutaba,
La pieza musical cambió, para escucharse la canción de moda. Como por magia, los hombres de la mesa tararearon la letra que salía de la rockola: “Amigo de qué“. María se paró y dejando sorprendida a su hermana se fue al lado de los que cantaban y se sumó al coro y cantó: ”yo no soy tu amigo , ¿amigo de qué?“ del cubano Orlando Contreras… La canción cambió y empezó a escucharse:
“Siempre que yo voy a un baile
me busco a una zaporrita,
para recorrer la entrada,
bailo la noche enterita...
Carmen, no dejaba de asombrarse, viendo que su hermana empezó a bailar, se paró y la buscó. Al acercarse le dijo:
- ¿Qué estás celebrando? ¡¡¡Acabamos de enterrar a mi mamá!!!

María no le hizo caso, siguió bailando, apretando más por la cintura a José, El Andino…
Carmen no aguantó más y fue hasta la mesa donde estaba su cartera, la agarró y se fue, no sin antes, cancelar la cuenta y decirle a su hermana María: “nos vemos en la casa”. Salió llorando de ese sitio, sin dejar de ver a su hermana que estaba fuera de sí… ya en la puerta escuchó la letra de la música: “íbamos los dos, al anochecer, oscurecia y no podía ver”, canción que le gustaba…
Esa noche se cansó de esperar a María, quien no llegó a la humilde vivienda que habitaban.
Se sentía sorprendida, todos los vecinos preguntaban por su hermana, no hallaba qué decirles, los niños a quien María les daba clases de catecismo solo preguntaban, no sabía que responderles. Al segundo día, salió a buscarla, y nada, vio a los señores quienes trabajaban alrededor de la Avenida Francisco de Miranda, como buhoneros, los mismos con quien había visto por última vez a María. Solo le decían: “ese día ella estuvo con nosotros y luego se fue con Rubén, uno de los que estaban en el grupo la tarde que venían del cementerio, cuando enterraron a su mamá, a la playa”.
Carmen no creía eso. Fue a la Zona 7 de la Policía Metropolitana, que quedaba en la entrada de la Urbina, puso la denuncia de la desaparición y solo le dijeron que fuera a Chacao a la PTJ. Allí le dijeron que esperara tres días, esa está de parranda; que esperara, pasaron los novenarios y Maria no apareció…
Ese día por la noche, Carmen llegó a su casa, cansada de tanto caminar buscando a María y notó la puerta abierta y música a volumen alto, se extrañó y con miedo entró; su sorpresa fue encontrar a María bailando y cantando, fue tanta su molestia que no hubo palabras que no le dijo a su hermana, la corrió, la echó. Pero después de fajarse con ella, que parecía desencajada, no era la misma...
María, salió de allí, de la casa donde pasó su infancia, cantando: “Yo soy la María, la que la da de noche y la da de día, a veces por dinero y otra por comida”.
Fue como a los veinte días que se supo de ella, la vieron unos vecinos por Baloa, calle muy transitada, y llena de tiendas, la misma es la entrada a la Urbanización El Llanito, que quienes se sorprendieron de su comportamiento, el cual no era como se diga muy decente, ordinaria, con una ropa descuidada, estaba grosera, y dicharachera, los que la vieron trataron de hablar con ella, pero no obtuvieron respuestas concretas, de su boca no salía nada coherente, era como si se le hubiera olvidado todo, lo único que decía esta es mi vida y nadie se puede meter en ella.
Después de este episodio , más nunca volvió a su casa, se la pasaba en la calle, dormía donde la invitaban, los hombres que la poseian, los cuales pronto se cansaron de ella, las borracheras diarias, la hicieron desaseada, descuidada , las horas de insomnio se apoderaron de su cuerpo, solo salía de noche. Por un tiempo no supo de ella, se decía que había muerto, lo que estaba era hospitalizada, recluida en un hospital de Caracas,
Cuando, apareció de nuevo, no era la misma, de aquella bella mujer, no quedaba nada, era un ser distinto, tanto en lo físico como en su comportamiento, solo se le veía con “ Paito, monta la olla” un limpiabotas, de piel morena, casi tostada, con ojos muy vivos de color negros, de pelo negro escaso peinado de medio lado, bigoticos cortos, de contextura fuerte y de estatura cercana a 1.70 m. que le hacía compañía; los estudiantes de las escuelas primaria cercanas, le tenían miedo, por su comportamiento, siempre se le veía borracha, tanto así que asustaba y hacia correr a más de uno, las madres de los niños pronto empezaron a decirle a sus hijos:” ahí viene la Chandia”, esto para no llamarla Maria, estos lloraban, mientras corrían para evitar encontrársela de frente, o a decir, ¿Tu quieres ser como la Chandia? La Chandia correteaba a todo aquel que se le acercaba, mientras “Paito” lanzaba piedras y botellas mientras gritaba groserías, enseñando al aire su miembro aparato sexual, era una pareja que sembraba el miedo en sus predios, los transeuntes, sin distingo de edad, los veían teniendo relaciones sexuales al aire libre, algunos para otro lado, y otros veían el espectáculo con morbosidad, la Policía estaba ocupada en otras cosas , como por ejemplo desalojando a los buhoneros que trabajaban en la Av: Francisco de Miranda; el lugar donde dormían, era la extinta Plaza Lino de Clemente, héroe de la independencia , nacido en Petare, y primer ministro de guerra en la historia de Venezuela, plaza esta aledaña a la Redoma , por cierto, a la que luego le cambiaron el nombre a Plaza las Madres, para hoy ser el lugar del Cristo de Petare; Esta transformación de dicha plaza, alejo a esta pareja y se asentaron en la calle Bárbaro Rivas,( artista de la plástica, pintor ingenuo) , al lado del Guaire, cerca de Baloa, donde construyeron un rancho de cartón, , solo se protegían de las miradas de los vecinos , que difícilmente los protegían del frio y de la lluvia, con el tiempo solo se veía a Paito Monta la olla, , a nadie le extrañaba esto, ya que él seguía siendo el mismo, lanzándole piedra e insultos a todo aquel que le gritaba ¡!! monta la olla!!!, Un día el periódico: Ultimas Noticias, informaba, “El hallazgo de una indigente muerta dentro de una nevera “… La Chandia, la que la da de noche y la da de dia, a veces por dinero y otra por comida…

6 comentarios:

  1. Muy interesante este Relato y me trajo Recuerdos de dicha Época. Gracias por Su Publicación. Saludos

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  2. Yo la conocí , cada vez que iba al liceo la veía por Petare

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  3. Los que vivimos en Petare conocimos ese personaje e incluso le compusieron un tema de salsa para recordarla.

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  4. Yo la conocí y muchas veces la vi sobria y se veía como apenada, la gente la etiquetó y la apartó de la comunidad. Es el destino de muchas mujeres que algún suceso les marca la vida y le hace cambiar hasta extremos de indigencia.

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  5. Yo estudiaba en la Arocha en esos años, paito cuando quería tener relaciones con chandia decía que iba a montar la olla , de ahí el apodo,

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  6. No la vi nunca, pero cuando eramos niños, en mi barrio nos metian miedo con ese personaje. googleen y veran que Chandia es un apellido del sur del continente. Talvez ese era su apellido...

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