Petare, Miranda
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Petare años 60 |
El sol era
inclemente a esa hora, los dos cuerpos sudorosos ni cuenta se dieron
que casi llegaban al terminal; a poca distancia se veía la Redoma de
Petare, pasaron por entre los carros y autobuses; el olor a humo las
sacó del tema que venían abordando. Y como algo automático Carmen
le preguntó a su hermana:
- ¿Tienes hambre?
¿Que tal un pollo en la Mina de Oro?.
Le sorprendió la
respuesta que escuchó:
- ¡No tengo
hambre!, yo lo que tengo es sed, este condenado calor está
endiablado.
Carmen, nunca había
escuchado a su hermana hablar así. Sin hacer mucho caso, le dijo:
- Yo sí voy a comer
aunque sea un cuartico de pollo, y dos hallaquitas.
Entraron al
restaurant y se sentaron en las sillas de la mesa ubicada en la
esquina, cerca del baño. Inmediatamente se les acercó el mesonero y
les ofreció la “carta o menú”. Carmen pidió su orden. Le
dijo a su hermana:
- ¿En verdad no vas
a comer nada?
María respondió:
- Ya te dije que no.
Cuando llegó el
mesonero con la comida, trajo dos cervezas, Carmen le dijo:
- Nosotras no
pedimos cervezas...
- Estas se las
mandan esos señores de la otra mesa. Dijo, señalando hacia su lado
izquierdo.
Levantando su mirada
se dieron cuenta que no estaban solas; en esa mesa estaban tomando
cuatro jóvenes, haciéndoles un gesto amable con las manos y la cara
que denotaban amistad. María tomó la botella y se la empinó.
Carmen con la cara de sorpresa, solo atinó a decir:
- Pero si ninguna de
las dos tomamos.
María solo
respondió:
- ¡Te dije que
tenía sed! Y además la vida es una sola, ¿ves? Venimos de enterrar
a mi mamá... ya tú sabes la vida es una sola.
- No, María
-respondió Carmen- eso no puede ser, no puedes actuar así, con
tomar no remedias nada, no vas a revivir a mamá. Además, tú nunca
has tomado...
María solo dijo en
voz alta, casi gritando:
- ¡¡Ya yo soy
mayor de edad…!!
Y sin ningún tipo
de reparo alzó el brazo donde tenia la botella del tamaño de un
tercio; se la empinó sobre la cara, no hizo ninguna mueca, Carmen se
quedó sorprendida al ver aquello. Casi no lo creía. María dirigió
la botella en dirección a los hombres que le habían enviado ese
brindis, con un gesto de agradecimiento. Al terminar de tomarse hasta
el último sorbo, extendió el brazo derecho y tomó con sus
delicadas manos la otra botella que quedaba sobre la mesa, que su
hermana Carmen no había ni probado, se la llevó directamente a la
boca y empezó a tomarla, como si estuviera acostumbrada a ello.
Carmen, aprovechó y le dijo: “al menos ten la decencia de pedir un
vaso y te la tomas”.
María ni cuenta se
había dado que estaba tomando cerveza por primera vez, y en pico de
botella.
Uno de los hombres,
de la mesa de la cual la habían brindado, se acercó y dijo:
- ¿Tenías sed?
Mucho gusto, me llaman José, me dicen el Andin.”
Carmen, con voz
seria, dijo:
- Estamos bien
señor, muchas gracias, pero si no le importa ya vamos a comer -dijo
aprovechando que ya llegaba el mesonero con la bandeja llena de
hallaquitas y pollo en brasa que habían pedido.
María solo dijo:
- Déjalo tranquilo
-y se dirigió al señor que acababa de conocer. Si gusta puede
quedarse a compartir con nosotras.
Carmen se sorprendió
de aquella actitud de su hermana, si ella jamás había sido así,
¿qué le estará pasando por esa cabeza?
José sacó la silla
un poco y se sentó, no sin antes pedirle al mesonero tres tercios de
cerveza más. Carmen alzando una vez más la voz dijo: “no señor,
no traiga nada, solo la del señor”; María dijo: “a mi si me
trae una, y un vaso,..” mientras acababa el contenido de la
botella que tenía entre las manos.
La música empezó a
sonar, con la llegada de un joven a quien llamaban el Catire. Quien
en forma alegre tarareaba la canción de la Sonora Matancera: El
Negrito del Batey, a la vez que levantaba los brazos, acompañando la
música y el baile que ejecutaba,
La pieza musical
cambió, para escucharse la canción de moda. Como por magia, los
hombres de la mesa tararearon la letra que salía de la rockola:
“Amigo de qué“. María se paró y dejando sorprendida a su
hermana se fue al lado de los que cantaban y se sumó al coro y
cantó: ”yo no soy tu amigo , ¿amigo de qué?“ del cubano
Orlando Contreras… La canción cambió y empezó a escucharse:
“Siempre que yo
voy a un baile
me busco a una
zaporrita,
para recorrer la
entrada,
bailo la noche
enterita...
Carmen, no dejaba de
asombrarse, viendo que su hermana empezó a bailar, se paró y la
buscó. Al acercarse le dijo:
- ¿Qué estás
celebrando? ¡¡¡Acabamos de enterrar a mi mamá!!!
María no le hizo
caso, siguió bailando, apretando más por la cintura a José, El
Andino…
Carmen no aguantó
más y fue hasta la mesa donde estaba su cartera, la agarró y se
fue, no sin antes, cancelar la cuenta y decirle a su hermana María:
“nos vemos en la casa”. Salió llorando de ese sitio, sin dejar
de ver a su hermana que estaba fuera de sí… ya en la puerta
escuchó la letra de la música: “íbamos los dos, al anochecer,
oscurecia y no podía ver”, canción que le gustaba…
Esa noche se cansó
de esperar a María, quien no llegó a la humilde vivienda que
habitaban.
Se sentía
sorprendida, todos los vecinos preguntaban por su hermana, no hallaba
qué decirles, los niños a quien María les daba clases de catecismo
solo preguntaban, no sabía que responderles. Al segundo día, salió
a buscarla, y nada, vio a los señores quienes trabajaban alrededor
de la Avenida Francisco de Miranda, como buhoneros, los mismos con
quien había visto por última vez a María. Solo le decían: “ese
día ella estuvo con nosotros y luego se fue con Rubén, uno de los
que estaban en el grupo la tarde que venían del cementerio, cuando
enterraron a su mamá, a la playa”.
Carmen no creía
eso. Fue a la Zona 7 de la Policía Metropolitana, que quedaba en la
entrada de la Urbina, puso la denuncia de la desaparición y solo le
dijeron que fuera a Chacao a la PTJ. Allí le dijeron que esperara
tres días, esa está de parranda; que esperara, pasaron los
novenarios y Maria no apareció…
Ese día por la
noche, Carmen llegó a su casa, cansada de tanto caminar buscando a
María y notó la puerta abierta y música a volumen alto, se extrañó
y con miedo entró; su sorpresa fue encontrar a María bailando y
cantando, fue tanta su molestia que no hubo palabras que no le dijo a
su hermana, la corrió, la echó. Pero después de fajarse con ella,
que parecía desencajada, no era la misma...
María, salió de
allí, de la casa donde pasó su infancia, cantando: “Yo soy la
María, la que la da de noche y la da de día, a veces por dinero y
otra por comida”.
Fue como a los
veinte días que se supo de ella, la vieron unos vecinos por Baloa,
calle muy transitada, y llena de tiendas, la misma es la entrada a la
Urbanización El Llanito, que quienes se sorprendieron de su
comportamiento, el cual no era como se diga muy decente, ordinaria,
con una ropa descuidada, estaba grosera, y dicharachera, los que la
vieron trataron de hablar con ella, pero no obtuvieron respuestas
concretas, de su boca no salía nada coherente, era como si se le
hubiera olvidado todo, lo único que decía esta es mi vida y nadie
se puede meter en ella.
Después de este
episodio , más nunca volvió a su casa, se la pasaba en la calle,
dormía donde la invitaban, los hombres que la poseian, los cuales
pronto se cansaron de ella, las borracheras diarias, la hicieron
desaseada, descuidada , las horas de insomnio se apoderaron de su
cuerpo, solo salía de noche. Por un tiempo no supo de ella, se decía
que había muerto, lo que estaba era hospitalizada, recluida en un
hospital de Caracas,
Cuando, apareció de
nuevo, no era la misma, de aquella bella mujer, no quedaba nada, era
un ser distinto, tanto en lo físico como en su comportamiento, solo
se le veía con “ Paito, monta la olla” un limpiabotas, de piel
morena, casi tostada, con ojos muy vivos de color negros, de pelo
negro escaso peinado de medio lado, bigoticos cortos, de contextura
fuerte y de estatura cercana a 1.70 m. que le hacía compañía;
los estudiantes de las escuelas primaria cercanas, le tenían
miedo, por su comportamiento, siempre se le veía borracha, tanto así
que asustaba y hacia correr a más de uno, las madres de los niños
pronto empezaron a decirle a sus hijos:” ahí viene la Chandia”,
esto para no llamarla Maria, estos lloraban, mientras corrían para
evitar encontrársela de frente, o a decir, ¿Tu quieres ser como la
Chandia? La Chandia correteaba a todo aquel que se le acercaba,
mientras “Paito” lanzaba piedras y botellas mientras gritaba
groserías, enseñando al aire su miembro aparato sexual, era una
pareja que sembraba el miedo en sus predios, los transeuntes, sin
distingo de edad, los veían teniendo relaciones sexuales al aire
libre, algunos para otro lado, y otros veían el espectáculo con
morbosidad, la Policía estaba ocupada en otras cosas , como por
ejemplo desalojando a los buhoneros que trabajaban en la Av:
Francisco de Miranda; el lugar donde dormían, era la extinta Plaza
Lino de Clemente, héroe de la independencia , nacido en Petare, y
primer ministro de guerra en la historia de Venezuela, plaza esta
aledaña a la Redoma , por cierto, a la que luego le cambiaron el
nombre a Plaza las Madres, para hoy ser el lugar del Cristo de
Petare; Esta transformación de dicha plaza, alejo a esta pareja y
se asentaron en la calle Bárbaro Rivas,( artista de la plástica,
pintor ingenuo) , al lado del Guaire, cerca de Baloa, donde
construyeron un rancho de cartón, , solo se protegían de las
miradas de los vecinos , que difícilmente los protegían del frio y
de la lluvia, con el tiempo solo se veía a Paito Monta la olla, , a
nadie le extrañaba esto, ya que él seguía siendo el mismo,
lanzándole piedra e insultos a todo aquel que le gritaba ¡!! monta
la olla!!!, Un día el periódico: Ultimas Noticias, informaba,
“El hallazgo de una indigente muerta dentro de una nevera “… La
Chandia, la que la da de noche y la da de dia, a veces por dinero y
otra por comida…
Muy interesante este Relato y me trajo Recuerdos de dicha Época. Gracias por Su Publicación. Saludos
ResponderBorrarYo la conocí , cada vez que iba al liceo la veía por Petare
ResponderBorrarLos que vivimos en Petare conocimos ese personaje e incluso le compusieron un tema de salsa para recordarla.
ResponderBorrarYo la conocí y muchas veces la vi sobria y se veía como apenada, la gente la etiquetó y la apartó de la comunidad. Es el destino de muchas mujeres que algún suceso les marca la vida y le hace cambiar hasta extremos de indigencia.
ResponderBorrarYo estudiaba en la Arocha en esos años, paito cuando quería tener relaciones con chandia decía que iba a montar la olla , de ahí el apodo,
ResponderBorrarNo la vi nunca, pero cuando eramos niños, en mi barrio nos metian miedo con ese personaje. googleen y veran que Chandia es un apellido del sur del continente. Talvez ese era su apellido...
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